24 de febrero de 2013

Hay días tontos

y tontos todos los días. Hay días en los que te acuestas y te preguntas para qué mierdas te habrás levantado. La cuestión está en no hacer de tu vida una sucesión indefinida de esos días. Y cuando eso pasa, ¿qué? ¿Qué pasa cuando te despiertas una mañana sabiendo que te vas a comer la misma mierda regurgitada de ayer? ¿Te la comes o pides la cuenta y a otra cosa? No sé tú, pero a mí siempre me pareció muy elegante chasquear los dedos y gritar “¡la cuenta!

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