1 de marzo de 2013

Tu vida empieza cuando sales de tu zona de confort.

Después de días pensando, de pensar mucho y mal, de días de lluvia y tormenta, de caerme y levantarme, después de horas mirando el gotelé, he acabado concluyendo que tal vez no tener nada sea lo único que nos da la oportunidad de aspirar a todo. A la gente no le gustan los cambios. Todo el mundo busca desesperadamente un lugar en el que acomodarse, y una vez que lo encuentran, se amodorran en él y se niegan a abandonarlo, esperando pasar de la misma forma el resto de sus días hasta que la guadaña de la Muerte les encuentre sentados. ¿Nos hace eso afortunados? ¿Es realmente una suerte tener un sitio en el que permanecer? Tener un lugar, una persona o simplemente una rutina a la que ser fieles nos hace esclavos de nosotros mismos. Somos esclavos de lo que nuestro entorno espera de nosotros. La libertad sólo se alcanza rompiendo con ese entorno, levantándote de la silla y probando a sentarte en uno de esos sillones modernos, de los que uno no puede saber si te dejarán el culo-carpeta o si son increíblemente cómodos. Hasta que te sientas.

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