4 de noviembre de 2016

Cool girl, good girl.

Si cuando iba al instituto yo hubiera querido ser animadora no habría podido serlo porque no tengo ni el tipo ni el optimismo para ello y porque mi instituto no estaba en California. Sin embargo, cuando era pequeña siempre me pareció bonito cómo en las películas americanas las animadoras ejecutaban coreografías perfectas, alzaban las piernas hasta el infinito y dejaban ondear sus faldas. Años después comencé a ver el mundo a través de las gafas violetas y comprendí cómo una imagen tan habitual en la cultura popular no era en realidad más que un baile al patriarcado. Ellas bailan al son de su victoria; la victoria de ellos, que son los que juegan. Último minuto, él anota un touchdown y todos son felices. Las animadoras agitan sus pompones, pues esa es su función; gritan al acabar el partido y saltan de alegría. El quarterback se acerca a una de ellas, la más guapa, y le besa. Eso es el amor verdadero, piensan ambos, mientras él pronuncia una de las frases más paternalistas de nuestra cultura: "buena chica".

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