23 de febrero de 2017

No era 42

Un día se levantó y se dio cuenta de que lo había entendido todo. Tuvo la sensación de conocer el sentido de la vida, el universo y todo lo demás, y no era 42. Lo sabía todo y a efectos prácticos era como no saber absolutamente nada. En aquel momento salió de la cama, apoyó un pie descalzo sobre el parqué y luego el otro. Se sintió desbordado por aquel sentimiento, como si ya nada mereciera la pena. Había comprendido a dónde iba a parar su vida, y la de todos los demás, y casi deseó no haber nacido. El universo era una compilación de acontecimientos cuyo fin era llegar a aquel preciso instante, y eso le parecía asqueroso. Nada valía nada, el tiempo era una línea que ondeaba borracha entre las dimensiones y la materia era un completo despropósito. Se puso de pie y sintió cómo la realidad caía sobre sus hombros. Sintió cómo él era todo cuanto existía, había existido y existirá alguna vez. Tuvo la certeza de saber lo que sintieron grandes personajes como Pericles, Mozart o Marilyn Monroe; en aquel momento supo que ellos también habían sentido lo que en aquel momento estaba sintiendo él. Cogió una camisa y se limitó a desear que todo acabase pronto.

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