Don Pepe Popi

Si me sigues en cualquier red social es posible que llegados a este punto estés harto de leerme escribir sobre los Venga Monjas y sólo leer esas palabras aquí te haya hecho poner los ojos en blanco. Pero si algo soy en esta vida es pesada, y cuando descubro algo de repente que tengo la sensación de que debería haber descubierto hace años, siento el impulso irremediable de recuperar el tiempo perdido. La cuestión es que no voy a hablaros de ellos en general porque para eso ya está el amigo google, pero NECESITO compartir un vídeo aquí. Se llama Don Pepe Popi. Dura 16 minutos, vosotros lo veis, y luego ya si os interesa la movida seguís leyendo.

Este vídeo me ha creado una tensión que me ha tenido más tiesa que un palo durante cuarto de hora. No me he reído en todo el santo vídeo excepto en la última frase de Esteban, en la que me ha salido una carcajada que no sé de dónde ha salido y que desde luego no quería soltar, porque me ha hecho sentir hasta MAL. ¿Qué es esto? ¿Por qué me ha rallado tanto?

Es posible que tenga que ver con que llevo unas semanas haciendo un trabajo sobre la risa y lo cómico, que en realidad era muy breve y podría haberme llevado menos tiempo, pero he pensado en él demasiado. La idea era responder a por qué las cosas que nos hacen gracia nos la hacen, y eso me ha llevado a ver como un millón de vídeos de youtube que me hacen gracia (ejercicio que no venía incluido en el trabajo pero oye, así soy yo, si hay que darle visitas a Ignatius Farray pues todo sea por el saber). En mi ejercicio personal de introspección topé con este vídeo, pensando que me iba a hacer gracia. Viniendo de los Venga Monjas supuse que me haría un tipo de gracia particular, no compartida quizá por todo el mundo, que era precisamente lo que andaba buscando para mi trabajo. Pero no. Ni puñetera gracia. El comienzo del vídeo me ha hecho más bien sentir triste, sentir una inmensa empatía por esa señora a la que yo le daba un Goya ya. Luego viene la conversación entre ellos, perfectamente plausible, que te hace pensar “macho qué marrón”. Pero la última escena es la que me parece brutal directamente. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan incómoda viendo algo y mira que internet me ha proporcionado cosas. Sabes que no es real y aun así yo quería que se piraran ya de ese salón, en plan TÍOS, CORRED. Podría haber acabado al estilo de Puertohurraco, pero la tensión silenciosa me parece hasta peor. Los rostros de toda la familia, cada uno cagándose en los muertos de Xavi y Esteban a su manera, estando totalmente podridos por dentro. Y la culpa de la madre, el personaje que me interesa por excelencia, aflorando de repente toda esa tristeza que camuflaba de optimismo siniestro. No sé tío, yo estoy muy rallada. No quiero volver a ver ese vídeo. Venía a pasar un buen rato y estoy hundida en la mierda por una niña moñeca que no existe.

Lo interesante de este vídeo a mi modo de ver son las diferentes maneras de afrontar la muerte: para el culpable, para el iracundo, para el vacío y para los ajenos. Pero ahora mismo es que no me apetece ni escribir sobre eso, si os interesa mucho pues lo comentáis (que es gratis, eh) y ya para otro día.